En mi defensa, parto diciendo que escribir es un hábito que
me cuesta porque apenas toco un teclado, o un lápiz, me cuestiono la
importancia de hacerlo. En fin, digamos que escribo para mí misma.
Esto iba a tratarse de un tema que vengo amasando hace tiempo,
pero dado un suceso especial, creo que es conveniente vaciar mi cabeza primero
de eso, y después vamos a lo otro.
Cerré Facebook, y con esto me refiero no solo al hecho de
dar de baja mi cuenta, sino a todo lo que ello implica. De partida, espero no volver
más. Espero no ser famosa, o lo suficientemente famosa como para tener que
aparecer en Facebook nuevamente, ya que de poca utilidad real me parece. Se
volvió un mundo lleno de vanidad y estupidez, al menos a mí alrededor.
Y con esto, siento que se cierra otra etapa de mi vida en la
que Facebook tuvo su apogeo: mi paso por la universidad.
Ya había hablado un poco de esto cuando me referí a la
tricotilomanía, pero lo cierto es que pasar por la universidad implicó un
cambio profundo en mi percepción de la realidad, ya que, como en ningún lugar
antes, encontré personas con los mismos gustos y afinidades que yo tengo. Con
esto no le resto mérito al instituto, ya que estoy en una carrera que amo y que
aprendí que era mi sueño, pero hay algo que me falta, algo así como una
discusión intelectual profunda, a lo mejor cuestionarnos el trasfondo de lo que
estamos estudiando: nada más cercano a nuestro día a día. Pero no falta el
discurso de “en eso trabajo”, o “es para tener un título”. Mi fuero interno
siente que es aberrante, pero no vivo la realidad de otras personas. Claro que,
cuando estaba en la universidad, más de alguien dijo “no sé por qué estoy
aquí”. Que dios te guarde en su santo reino, porque igual te va a ir bien.
A mí siempre me ha costado integrarme a los grupos, así que
este va a ser el punto de vista del piola, del calladito. Me costó encontrar un
lugar en la u, y una vez que lo encontré, no sé si fue del todo bueno. No voy a
culpar a mi entorno de mi fracaso allí, pero lo cierto es que el trasfondo
comenzó a ser más importante que el estudio, y unas tres personas en especial.
Pretendo enfocarme en cada una de ellas luego, con todo lo que implica. En
realidad, no sé si pueda hacerlo, pero tengo casi treinta años, ¿por qué no
hablar de las cosas que me suceden? Como si esto fuera a leerlo alguien de mi
familia, benditos sean.
Pero hablemos del curso. En la u estudié tres semestres de
Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación, y ese es el nombre oficial. Lo
cierto es que muchos nos enfocamos más en la literatura, y ahí perdí el rumbo
de mi vida. Me extravié en tópicos, discursos, trasfondos, significados
ocultos… En mi mente me veo girando en un vórtice de colores que representan
las distintas aristas de este asunto, algo como un viaja psicodélico. Pero sin
distorsión. Eso vino algunos años después de salir de ahí. Me cuidé mucho, hubo
muchas cosas que no hice y otras que no debí hacer, como enamorarme de las
personas equivocadas, y no retirarme de la carrera cuando debí hacerlo, pues
salí por la puerta de atrás. Como sea, el curso es bien unido, y digo es,
porque los que quedan allí se ayudan mucho, son amigos entre todos y se cuidan,
lo que siempre quise. Hablando de Facebook. Hay un grupo privado que se llama
Pedagogos on firea. Ese grupo nos llevo a unirnos mucho más, a
pelear, sacarnos el cuero, compartir las tareas, el conocimiento, chistes,
memes, frases para el bronce, etc. No hubo nadie que no se revelara en ese
grupo. Particularmente yo, obvio. Desarrollé un talento raro para hacer chistes
con la materia más difícil, escribir ensayos que eran una completa parodia o
cosas así, siempre tratando de pasar por “clever”, aunque no salvaba a nadie,
igual que ahora. Y es verdad. No me gusta hacerme la pobre niña para que venga
alguien y me levante el ego, por desgracia, también tengo talento para conocer
mis verdades, y la verdad es que trataba de llamar la atención siendo
inteligente, que sí lo soy, pero en una esfera que nadie ve muy bien. Muchos
tienen la sensación de que soy inteligente pero no conocen a qué escala, así
que no pasa más allá de un concepto abstracto. En otras palabras, si le
preguntara a alguno cómo sabe que soy inteligente, no podría contestar con
claridad, exceptuando a algunos pocos. En fin…
Había otro grupo, pero ese esa especial y exclusivo. Estaba
formado por las personas que compartían mis intereses, pero al que llegué
tarde, como ya expliqué. Cuando llegué, el grupo se llamaba “Los ñoños del
Olimpo” y era maravilloso, porque compartíamos música, extractos de libros, observaciones
de todo tipo, nuestros pensamientos, nuestra vida interior. Cada uno se suponía
que era un dios griego porque bueno, el primer semestre estudiamos literatura,
historia y filosofía antigua, clásica. Era maravilloso hablar con gente que
entendía mis temas, eso nunca lo voy a olvidar.
El segundo semestre le cambiamos el nombre al grupo. No
recuerdo como se llamó después, pero al poco andar el segundo semestre se llamó
“Los goliardos”, porque pasamos a estudiar la Edad Media, así con mayúsculas,
ya que no hay otra época del hombre que ame más que ella, y bueno, los
goliardos eran grupos de personas instruidas que iban de pueblo en pueblo
ganándose la vida con sus conocimientos, pero pobres. Algo así como estudiantes
que abandonaron sus estudios en monasterios principalmente, como ronin, pero
del conocimiento. Creo que existe algún documental que se llama Ronin y que
habla de estudiantes japoneses que no pueden entrar a estudiar porque el
puntaje no les alcanza, a pesar de estudiar mucho. Son estudiantes, pero sin
casa de estudios. Ese es el germen de lo que muchos seríamos en el futuro:
estudiantes descastados. De todos al que más extraño es al Tomás. Viejo, creo
que leíste lo anterior. Si lees esto, me encantaría hablar contigo, pero así en
buena onda.
En una ocasión recuerdo que se armó una discusión porque
algunos compañeros se escaparon de la sala, y digo se escaparon porque se
salieron a escondidas, ni que el profe les fuera a llamar la atención. Yo opiné
algo así como que no me parecía, que lo encontraba una inmadurez y quedó la
cagada. Esto fue en el grupo de los pedagogos. Agarré mi comentario y lo puse
en mi muro. No faltó el que me dijo de todo a pesar de estar en mi propio
espacio pero me dio lo mismo. Mentira, no me dio lo mismo. Me dio pena, rabia,
impotencia, me sentí atacada y sentí que mis “amigos” no me ayudaron. A lo
mejor a ellos sí les daba lo mismo. Y la inteligente se supone que soy yo, par
favaaar!
Nos distraíamos mucho en facebook. Volaba una pluma y el
trabajo que estábamos escribiendo se iba al diablo. Nos dormíamos tarde.
Algunos ni dormíamos pero lo pasábamos bien. Hablo de ello en pasado porque es
mí pasado. Ahora, seguramente, también es el pasado de muchos de los que quedan
ahí, y el presente de algún rezagado.
Esa fue la época de oro en facebook. Creo que nunca antes ni
después lo usé tanto. Hablo de ello con cierta nostalgia, es verdad. Mea culpa.
Nunca volvió a ser lo mismo. Por mucho que interactuara con las personas que
quiero se convirtió en un lugar de paso donde lo más importante era lo que las
páginas de mi gusto publican más que las personas que allí puedo contactar. Por
mucho tiempo fue una herramienta útil para encontrar personas, para espiar
personas. Escribí algunas cosas cortas que tuvieron un éxito relativo, pero me
estaba restando fuerza para escribir acá, la que pretendo que sea mi plataforma
para vaciar la mente.
Espero en el futuro poder concretar un tema que me une con
muchos, que es mi amor por la Ciencia Ficción. Para ello debo contar muchas
cosas antes. Desde ya, ofrezco mis disculpas porque voy a perseguir mi cola
durante todo lo que cuente, algo así como girar en círculos, o más bien en
espiral.
Chao Facebook, o lo que queráis.